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17-18 Después fue a su casa, y allí les contó a sus amigos lo que pasaba. También les pidió que oraran a Dios por él, para que no les pasara nada ni a él ni a ellos, ni a los sabios de Babilonia.

19 Esa misma noche, Dios ayudó a Daniel y le aclaró el misterio del sueño. Entonces Daniel bendijo a Dios con estas palabras:

20 Dios mío,
sólo tú eres sabio y poderoso.
¡Bendito seas por siempre!

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